Día Mundial de las Personas Refugiadas: realidad, retos y posibilidades
El 20 de junio es el Día Mundial de las Personas Refugiadas. Con motivo de esta fecha, y cuando hace ya casi dos años que en Bayt al-Thaqafa desarrollamos el Programa de acogida a personas demandantes de protección internacional -más conocido como "Programa refugio"-, queremos hacer un alto en el camino para reflexionar y repensar la complejidad de la misión encargada.
Quiénes son los refugiados
Cuando hablamos de refugiados es común imaginarse a una persona o familia arabomusulmana que huye de la guerra y que, en su camino hasta llegar a nuestro territorio, ha ido encontrándose con situaciones de riesgo vital y con vulneraciones de sus derechos fundamentales. En nuestro programa actualmente atendemos a familias latinoamericanas, ucranianas y magrebíes y hombres solos, con afecciones en su salud mental, que provienen de países árabes o africanos en conflicto. Los motivos para solicitar protección internacional no están siempre vinculados a un posicionamiento político o a una lucha armada. En muchos casos, las persecuciones y el peligro de muerte tiene a ver con la LGTBIfobia, la violencia de género o la perpetrada por bandas criminales.
Pocas personas atendidas al concocido como "Programa refugio" son refugiadas
Las mayoría de las personas atendidas son solicitantes de protección internacional a la espera de una resolución, es decir, no tienen reconocido el estatus de refugiado. Además, sólo una minoría recibirá una resolución positiva. Desde el primer día que llega una persona o una familia a nuestra entidad, les preparamos para una más que probable denegación.
Teniendo en cuenta que hablamos de personas refugiadas cuando nos estamos refiriendo a personas solicitantes de protección internacional y que la mayoría de las resoluciones son negativas, ¿realmente estamos celebrando el Día Mundial de las Personas Refugiadas? ¿Sus demandas y necesidades son distintas a las de cualquier persona migrante? ¿Sería más coherente reivindicar en el Día Mundial de las Personas Migrantes también los derechos de las personas refugiadas?
Las contradicciones del programa
El programa estatal establece un itinerario de inserción de 18 meses (24 meses en los casos de personas más vulnerables) repartidos en diferentes fases.
- Primera etapa o fase de acogida: busca cubrir las necesidades básicas de la persona que llega a través de personal técnico especializado y con servicios, como los de intervención social y psicológica, mediación social, traducción, asesoramiento legal, que complementan el trabajo que se realiza en el centro.
- Segunda fase o fase de integración: se define un acompañamiento destinado a promover la autonomía y la independencia por medio de las ayudas económicas y el diseño conjuntamente con el beneficiario de un itinerario de inserción socio-laboral.
- Tercera fase o fase de autonomía: se ofrece asistencia o apoyo eventual en distintas áreas, en caso que sea necesario.
El objetivo del programa en sus distintas fases es acompañar a los beneficiarios a crear un vínculo con la sociedad de acogida y alcanzar autonomía e independencia. Pero el procedimiento jurídico de solicitud de asilo puede tardar hasta dos años en resolverse. Así, frecuentemente nos encontramos con situaciones en las que cuando las personas y las familias ya han conseguido un contrato de trabajo, sus hijos e hijas están escolarizados, han podido alquilar un piso o una habitación, es decir, han hecho todo lo necesario para el arraigo, llega la resolución negativa. Automáticamente las personas quedan fuera del programa y pasan a una situación irregular perdiendo todo derecho a vivir de una forma digna.
Nuestro compromiso con las personas
En Bayt al-Thaqafa creemos que la relación con las personas que atendemos se tiene que basar en la confianza y el compromiso, desde el primer contacto. Sólo así podremos crear un vínculo que nos permita trabajar durante el tiempo que sea necesario y que el acompañamiento resulte lo más exitoso posible.
El momento de la acogida de los solicitantes de asilo internacional es fundamental para empezar a crear este vínculo basado en la confianza y la seguridad. Es necesario que las personas se sientan bienvenidas y escuchadas. Pequeñas acciones como recoger a las personas en los puntos de llegada o tener las viviendas a punto e incluso la primera compra hecha, por ejemplo, hará que se sientan más a gusto.
Nuestro compromiso con los beneficiarios de nuestros programas y servicios siempre va más allá del programa o servicio puntual que reciben. Seguimos atendido a las personas que han quedado excluidas, por el motivo que sea, del programa estatal si consideramos que lo seguirán necesitando. No nos limitamos a lo que se nos marca si esto implica dejar fuera a personas en situaciones muy complicadas. Es más, desde el inicio del programa de acogida nos parece importante dejar constancia de que nuestra tarea de acompañamiento va más allá del periodo que se nos marca desde el programa y que rige su situación legal-administrativa. Como equipo y entidad ponemos todo lo que esté en nuestra mano para construir una ciudadanía en igualdad de derechos y oportunidades, entendiendo la integración como el reconocimiento y aceptación mutua de la diversidad cultural.
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