Garantizar el acceso al deporte: una cuestión de salud

18/09/2023

Es bien sabido que la actividad física es beneficiosa para la salud, y las instituciones y profesionales del ámbito sanitario recomiendan la actividad física para favorecer el bienestar físico y mental. Salvo algunas excepciones como el ajedrez, hacer deporte implica actividad y ejercicio físico.

Las personas en situación de precariedad económica tienen muchas dificultades para acceder a espacios y materiales deportivos que están al alcance de la mayoría de la población. No todo el mundo puede permitirse apuntarse al gimnasio, dar clases de baile, artes marciales, atletismo, pádel, jugar en un equipo de baloncesto, etc. Incluso las opciones deportivas más sencillas suponen un gasto que personas sin ningún tipo de recurso económico no pueden asumir. Sólo para salir a correr por la calle es necesario un calzado mínimamente adecuado para no destrozarse los pies. Para ir a jugar a ping-pong, baloncesto o fútbol en espacios públicos y gratuitos se necesitan también palas y pelotas.

Sin embargo, de la falta de recursos sociales y económicos pueden derivarse otros obstáculos: no disponer de un espacio seguro donde poder guardar el material deportivo, la dificultad de acceder a una ducha después de hacer deporte, no tener una residencia con un espacio mínimo donde poder ejercitarse físicamente, imposibilidad de pagar la tarjeta de transporte para llegar a las instalaciones deportivas, no conocer a otras personas con las que practicar deporte, etc.

A mayor vulnerabilidad socioeconómica, mayores dificultades para acceder al deporte con los propios medios. Para una persona en situación de sinhogarismo y sin ningún ingreso es realmente complicado practicar una actividad deportiva en unas condiciones mínimamente adecuadas sin el apoyo de otros agentes sociales.

Por otro lado, en nuestro sistema social todavía perduran prejuicios, estereotipos, discriminaciones y opresiones hacia varios sectores de la población que traspasan todos los ámbitos de la sociedad. Esto dificulta el acceso y participación equitativa de toda la ciudadanía en los distintos espacios sociales. Las personas con las que trabajamos pueden sufrir situaciones de discriminación, violencia o exclusión en algunos espacios o grupos deportivos por motivos de origen, color de piel, género, diversidad funcional, identidad de género, orientación sexual, religión, situación socioeconómica, etc. Y hay que recordar también que muchos espacios en los que se puede practicar deporte se han creado desde una mirada capacitista y no están bien adaptados a las necesidades de las personas con discapacidad.

En el Proyecto de Apoyo Integral a Jóvenes de la Fundación Bayt al-Thaqafa, desde principios de año nos coordinamos con la Fundación Brafa a través de su Programa SPES. En este programa, mediante el fútbol se trabajan distintas competencias transversales enfocadas al mundo laboral (trabajo en equipo, adaptabilidad, optimismo, orientación al éxito, iniciativa, etc.). Las personas pueden ir a jugar a fútbol dos días por semana y en los partidos que juegan no hay árbitros. Los participantes deben ponerse de acuerdo entre ellos mediante el diálogo y la negociación. Y, según lo que he podido observar, predomina un clima de colaboración y respeto entre los participantes.

El feedback por parte de los jóvenes siempre ha sido favorable. Aprecian especialmente tener la oportunidad de jugar al fútbol de forma regular en unas instalaciones adecuadas a las que normalmente no tienen acceso por falta de recursos, así como disfrutan también del clima general de compañerismo entre los participantes.

Desde el equipo profesional también consideramos positivamente la participación de los jóvenes. Gracias a este programa, los jóvenes pueden ocupar parte de su tiempo libre en una actividad que les hace disfrutar y es beneficiosa para su salud física y mental, pueden crear nuevas relaciones y acceder a unas instalaciones deportivas con un valor social positivo y no estigmatizante. Además, los jóvenes desarrollan distintas habilidades, capacidades y competencias que facilitan la transformación de sus realidades. Si un joven es capaz de mantener una actitud de diálogo y negociación en el campo de fútbol, dispondrá de herramientas para hacerlo también fuera del ámbito deportivo; podrá dialogar y negociar con compañeros de trabajo, compañeros de estudio, profesores, familiares, amigos, etc.

Desde una perspectiva socioeducativa, además de ofrecer beneficios físicos y mentales, el deporte es un valioso recurso para favorecer el desarrollo social, personal y cultural de las personas que acompañamos. Aprovechando el carácter relacional del deporte, las personas pueden aumentar sus redes sociales, generar nuevos vínculos y aprendizajes y ocupar distintos espacios sociales.

Más allá de iniciativas como el Programa SPES de la Fundación Brafa, es una cuestión de acceso a la salud seguir trabajando desde la ciudadanía y los diferentes organismos públicos y privados para que el deporte sea accesible a toda la población de una forma equitativa.

Se debe continuar incidiendo en el respeto a la diversidad (cultural, étnica, religiosa, afectivosexual, funcional, etc.), educar en la convivencia y luchar por hacer desaparecer las diferentes formas de discriminación y opresión existentes en la sociedad. Asimismo, es necesario continuar creando becas, convenios de colaboración, programas, proyectos y servicios para que todas las personas independientemente de su situación socioeconómica puedan hacer deporte en unas condiciones dignas.

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