La movilidad humana, un derecho fundamental

29/06/2021

El 20 de junio es el Día Mundial de las Personas Refugiadas. Esta conmemoración tiene el objetivo de dar visibilidad a la situación de muchas personas por todo el mundo, que se ven forzadas a abandonar su lugar de residencia habitual porque los estados donde viven no son capaces de garantizar su integridad y el cumplimiento de los Derechos Humanos. Entre las principales causas de este fenómeno destacan los conflictos bélicos, las persecuciones políticas, las crisis socioeconómicas y, más recientemente, el cambio climático y sus consecuencias. 

Persona migrante vs persona refugiada

Actualmente los términos migrante y refugiado/a se utilizan para definir la situación de desplazamiento de persones que residen en un lugar en el cual no han nacido, pero ambas categorías quieren designar situaciones diferentes. En primer lugar, las personas refugiadas huyen de conflictos y las circunstancias de su lugar de origen hace que les resulte demasiado peligroso volver. Por otro lado, se considera que las personas migrantes escogen trasladarse para mejorar sus condiciones de vida, sin la necesidad de evitar una amenaza directa y con un estado dispuesto a protegerles. Esta clasificación es perjudicial, porque un cambio de término intenta legitimar una desigualdad de derechos de las personas que llegan a un territorio. Así pues, la persona refugiada se percibe como vulnerable i se tiene la obligación de protegerla, mientras que este deber no se tiene con la persona migrante, que ha venido por libre elección. Desde Bayt al-Thaqafa manifestamos que se ha de garantizar el bienestar de todas las personas, no solamente de aquellas que se han visto forzadas a abandonar su país. Los Derechos Humanos son universales y los estados de origen y los de destino tienen la obligación de garantizarlos tanto a las personas que solicitan protección internacional como a aquellas que migren por cualquier otro motivo.

Paloma García, responsable de Incidencia Política de la Red Acoge, explica que el reconocimiento o la denegación del estatus de persona refugiada es una decisión política, y a menudo se concede o se desestima en función de intereses derivados del lugar de origen de las personas que lo solicitan, en lugar de ser la culminación de un estudio exhaustivo e individualizado de las condiciones de visa de los y las solicitantes

Europa y migración

El problema recae en la percepción que los diferentes estados tienen sobre la migración y en la burocratización de los procedimientos, que los alejan de la ciudadanía. Paloma García expone que lo primero que hace falta cambiar es la forma de pensar la movilidad humana. La migración se concibe como un problema tanto por parte de las sociedades como por sus residentes, en lugar de fijarse en lo positivo de enriquecimiento mutuo. El fenómeno migratorio se entiende desde una mirada mercantilista que pone a las personas en competencia para el acceso al mercado laboral. Esta percepción, meramente económica, fundamenta las políticas proteccionistas europeas, que impiden la entrada de personas a su jurisdicción, únicamente permitiendo la llegada de un cierto número de persones en base a la cantidad de lugares de trabajo precarios que haga falta ocupar en un momento determinado. De este modo, las acciones europeas tienen la intención de bloquear en acceso al territorio, no de garantizar el bienestar de todas las personas. Con un cambio de percepción, cambiarían también leyes, políticas y estrategias. Haría falta también informar a las personas antes de emprender su viaje migratorio, con el objetivo de que pudieran valorar libremente el destino que más les convenga. 

El caso de América Latina

La situación en Siria es extremadamente complicada, pero los medios de comunicación hegemónicos no muestran también otros contextos que haría falta visibilizar. Es el caso de América Latina, de donde provienen la mayor parte de las personas refugiadas que llegan a España. El contexto latinoamericano es complejo y la situación pandémica, con otros factores como estados débiles y conflictos diversos como el aumento de tasas en Colombia o la disputa presidencial de Venezuela, ha desarrollado una crisis social y económica mayúscula. Europa en general, y España en particular, colonizaron el territorio imponiendo un nuevo orden social y expoliando los bienes de la región, situación que continúa en el presente en forma de neocolonialismo. Por consiguiente, los países enriquecidos son causantes de la situación de los países empobrecidos, y es un deber procurar el bienestar de las personas que decidan marcharse.

La pandemia del Covid-19 ha impedido el movimiento de personas, y se sabe que muchas personas dispuestas a migrar han tenido que posponer el viaje. Cuando esta situación se acabe, estas personas querrán reanudar sus plantes y es necesario que los países del norte global estén preparados para acoger las personas migrantes con todas las garantías, invirtiendo en los recursos necesarios. Desde Bayt al-Thaqafa llamamos a terminar con la mirada sensacionalista y deshumanizadora que los medios de comunicación hegemónicos suelen tener respecto a la migración, a menudo reduciendo personas y contextos a cifras, y pedimos la implementación de políticas realmente efectivas que puedan garantizar el cumplimiento de los Derechos Humanos para todas las personas que se vean obligadas o decidan cambiar su lugar de residencia en búsqueda de un futuro mejor.

Nil Requena

Equipo de comunicación - No discriminación

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